Todo aquello se fue a pique,
nuestra arrogancia y orgullo,
giraron por otros mares
que equivocó nuestro rumbo
y aquella feliz barquilla
se nos llenó de infortunio.
La culpa fue de los dos
y no solamente mía,
que tú pusiste la leña
y yo prendí la cerilla.
La culpa fue de los dos,
que sólo la tuve yo.
Como fastidia que le echen la culpa a uno, y encima uno, comprensivo, dice que fue de los dos, es decir, que admite su parte, cosa que el otro no hace. Me gustó.
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