Ya lo ves, de aquella brasa
cuyo ardor te calcinó,
saciado, sólo quedó
dispersa ceniza escasa.
Muda inconstancia que abraza
...el aparente sentido
del cuerpo obscuro y prohibido
-o del tuyo en el espejo
de la otra piel-. No me quejo
de arder. Ni de haber ardido.
si te quemaste una vez bien valió la pena, besos
ResponderEliminarMereció la pena por la sensación de sentirse vivo.
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