Sobrevivir no es fácil;
cuánto pesael fardo de abandono y decepciones
que a la espalda cargamos… No hay razones
que lo expliquen o alivien, ni interesa
la oferta de sentarnos a la mesa
y analizar pasadas aflicciones.
El coloquio no evita los arpones
ya en la carne.
La boca que nos besa
pretendiendo apagar yerros y dudas,
sabe vender al justo, como Judas,
y volverá a besar en nuevas ventas.
Nuestro intento es lamernos las heridas
sin mirar hacia atrás; las despedidas
gastan alma de hierros y tormentas.
Francisco Álvarez